Uno de los sectores que podría pensarse que se mantendría inmune a esta tendencia hacia la eficacia, y, más en general, a la racionalización, es la medicina moderna. No obstante, hemos comprobado
que existe una acentuada tendencia en el campo de la medicina a buscar mayor eficiencia y racionalidad.
Un gran número de factores están impulsando a la profesión médica
a convertirse en más eficaz, o a definir de forma sistemática los medios
óptimos para proporcionar servicios médicos.
La presión ejercida desde el gobierno federal y por las compañías
de seguros, que deben contribuir con la tercera parte de los gastos para reducir costes, está forzando a la medicina a modernizar sus procedimientos.
Existe una
gran presión para que se realicen menos operaciones (por ejemplo,
eliminar pruebas innecesarias),
y para ahorrar tiempo en todas las actividades. Además, muchas operaciones se están realizando en pacientes en régimen ambulatorio. De
esta manera, en lugar de hospitalizar a un paciente durante un día o
dos para hacerle algunas pruebas o una intervención quirúrgica menor; se va extendiendo cada vez más la costumbre de hacer estas pruebas o intervenciones menores un menor lapso de permanencia en el
hospital.
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